lunes, 10 de diciembre de 2012

“…YO TENGO LA GAITA...”

Soy un gran admirador de las gaitas venezolanas, género nacido según relatan en la grande tierra de  Maracaibo en el estado Zulia y que nos llenan de alegría cada diciembre, aunque las que siempre escuchamos no representen sino una mínima parte de la inmensa riqueza musical que conforman esta expresión que alaba la cultura marabina o de nuestro país, que exalta a la bella Virgen de Chiquinquirá o simplemente entona protestas en contra de una forma de gobierno establecido (éstas últimas escasas en los últimos años por cierto) o de alguna situación irregular en la sociedad.
Entre esas, se encuentra una divertida gaita llamada El Reclamo que interpreta  el excelente Neguito Borjas con la Gran Coquivacoa que sin duda resulta un llamado a la conciencia nacional en relación a las  preferencias musicales pero que muy bien llama la atención en todas las áreas vitales del venezolano…"para el reguetton yo tengo una gaita mijooo" lo cual resulta una gran pancarta para promover los valores que nos caracterizan como patria. Resulta triste y hasta contaminante cómo actualmente los medios de comunicación relegan y hasta desprecian las autóctonas expresiones musicales por favorecer ritmos ajenos llenas de contenidos degradantes y ofensivos al espíritu humano, o sino  relatos de vidas miserablemente superficiales.
"Llamo al recato de la transculturación, para que a nuestra tradición le den un mejor trato…" continúa la canción al mejor ritmo gaitero reclamando la escasa proyección que dan a las gaitas con respecto a otros estilos… "sería muy grato que la gaita con gran difusión sonara en la radio como el reguetton o como el vallenato" se levanta como una ola fuerte intentando arrastrar la indiferencia en que está sumida la conciencia venezolana hoy ante el arrebato de espacios que son propiamente nuestros y que evidentemente pudieran ir socavando nuestra pertenencia a la cultura venezolana. Y así como la música hoy bien podría ser mañana los trabajos, las decisiones que nos afecten las que estarían en manos ajenas a nuestros intereses.
Me atrevería a afirmar que existe una influencia pérfida de esos ritmos tristes con los problemas que azotan a la juventud venezolana (sexo a temprana edad, violencia, discriminación, imprudencias, embarazo en adolescentes) y no se trata de restarle importancia a la relación directa que tienen estos asuntos que tiene la familia como responsable de sus hijos e hijas. Qué distinto sería que escucharan los ritmos atentos, amables y gozosos de los valores que presenta por ejemplo la gaita venezolana así como una atención esmerada de los padres y maestros (quienes muchos de ellos paradójicamente a veces están presos por la ignorancia y displicencia) hacia las inquietudes que hoy agobian a la muchachada.
Repiquemos las campanas al ritmo gaitero y este diciembre, mes de reflexión y dichas, sea oportuno asumir, defender y promover los elementos que nos caracterizan como familia de bienestar, como país de progreso y como parte de un planeta ecológicamente sustentable. 


--Siguenos @repicarcampana
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