sábado, 25 de mayo de 2013

“Si no pagas no te subes…así de simple”

 Pocas veces en nuestra columna dedicamos espacio para reclamos que en un país normal serían atendidos por las autoridades competentes, pero resulta casi inevitable expresar la ingrata frustración que me genera (y a muchos otros incluyendo colegas que viajan diariamente) el abuso y delictiva situación sobre el cobro ilegal de pasajes interurbanos, cuyo aumento ha sido declarado en "supuestas asambleas" sin que hasta ahora ningún organismo relacionado al área se pronuncie y castigue con el peso de la ley a esos abusadores del volante. He escrito por diversos medios advirtiendo esta situación sin que hasta la fecha nada haya ocurrido y peor aún "el vicio haciéndose costumbre". Dictadura de la deshonestidad. Cuán triste!
Nunca ha sido tan despreciada una ocupación en la actualidad como la de esos operarios de buses y sus cómplices "colectores" quienes con sus actitudes dejan mucho que desear como seres humanos. Un servicio público tan importante como el de trasladar a personas de un lugar a otro se convierte en una pesadilla que siembra desdicha en el usuario que lamentablemente se ve obligado a abordar una unidad colectiva. Si apelamos al famoso poeta Juvenal quien imprecaba que la "integridad de un hombre se mide por su conducta y no por sus profesiones" sin duda alguna estamos ante una grave crisis moral en ese sector que con su desdén y poca formación humana sólo proyecta lo peor de nuestra sociedad venezolana: abusos, arbitrariedades, hurtos, malos tratos, groserías por doquier, irrespeto a las mujeres, a los adultos mayores, a los estudiantes, negligencias y todo ello pasando frente a las estaciones de control policial o peor aún los de tránsito.
¿Sueno molesto acaso? Sólo imagínese montarse a las 6pm luego de un arduo trabajo o diligencia, un abusivo colector obligue a cancelar un sobreprecio del pasaje (hurto se llama eso), nadie te apoya en el reclamo que eso no está regulado, lo que quieres es irte a casa y abordas una unidad que al salir de estos "seguros" terminales encienden la peor música que consiguen en la calle sin que tengas el mínimo derecho por reclamar bajar el volumen. Efectúan paradas inseguras, permanecen tiempo eterno hasta que su ambicioso bolsillo (léase asientos) no esté repleto hasta los maleteros con usuarios (entiéndase "víctimas"), que también quieren llegar a su casa. Un absurdo conformismo que más allá del reclamo a esos seres del volante, sería una gran campanada a las personas que a diario dejan pasar este tipo de irregularidades con indiferencia, con su inacción votan por una cotidianidad plagada de mediocridad, abuso y desconsideración.
Un sistema de transporte público debería ser una alternativa para la comodidad citadina, para conservar el ambiente, para compartir con otros venezolanos dada nuestra idiosincrasia cultural de dicharacheros. El transporte público debe ser uno de los íconos turísticos de una ciudad que aspira ser admirada en el transcurso de sus arterias viales. Si hoy día midieran la calidad de vida en la ciudad por el servicio de transporte público incuestionablemente sería de GRAN Preocupación los resultados. ALERTA!