jueves, 2 de junio de 2011

¿Qué estamos criando? (Parte II y seguimos)

En el anterior artículo se exponía la compleja situación que hoy significa la formación de los niños, niñas y adolescentes en los hogares y que tiene una tremenda repercusión en nuestras aulas. Observamos con preocupación cómo algunos padres (aunque otros dirían muchísimos padres) no logran consolidar en sus hijos hábitos importantes que les permita proyectarse con éxito en la sociedad que les recibe (y con mucha preocupación). Padres llenos de culpa, indiferencia, superficialidad, egoísmo o alguna otra justificación personal, bien psicológica o espiritual, abren a los hijos caminos plagados de irresponsabilidad, falta de compromiso, irrespeto, indolencia, desatención y una larga lista que ya es harto conocido por todos. No queremos insistir en ello, sino más bien impulsar conciencia de lo que se está haciendo y comenzar a construir un verdadero camino de luz, trascendencia, y sobre todo amor.
Nuestra juventud, y corriendo el riesgo de generalizar, no posee hábito alguno que le impulse a crecer y lo ayude a creer en sí mismo. Es una aseveración dura sin duda, pero resulta agobiante observarlos unas cuantas horas: desarreglados (y ellos creen que estar arreglado es aplicarse cantidades exageradas de gelatina con cortes extravagantes, pantalones y franelas cosidas ajustados al cuerpo, maquillajes exagerados, varones con zarcillos o cejas “sacadas”, hembras con zarcillos estrambóticos; y leáse esto como la imagen para ir a la escuela, no imagino a una fiesta), cuadernos maltratados, sin lápices (y según el padre le compra cajas y cajas para que “no moleste”), no saludan, tratan con golpes a los y las “amig@s”, nada amables y hasta amargados algunos pero están bien de la boca para afuera. Les inquieres qué le sucede y adivinen la respuesta: NADA! Pareciera que su mente realmente está nadando de un lado a otro como sin destino.
Les he preguntado con vehemencia qué debe ocurrirles para asumir las riendas de su propia vida a lo cual hasta la fecha no he obtenido respuesta alguna. En este sentido, he querido presentar a los lectores una serie de hábitos que estupendamente ha descrito Covey (2009) en el libro de los “Siete hábitos de los adolescentes altamente efectivos”, libro que recomiendo ampliamente para que podamos ayudar a nuestros chicos y chicas, no como un receta infalible sino como ideas que encaucen tan poderosa fuerza que les caracterizan. Nuestros jóvenes enfrentan una serie de situaciones con las cuales es difícil luchar si no tenemos claridad en nuestro espíritu y sobre todo fe en Dios. Requiere se le apoye, se le oriente con amor y disciplina, se le respete con amabilidad. Debemos incentivar en ellos (y explicaremos próximamente) estos hábitos: ser proactivo (que controle su propia vida), establezca metas reales y factibles ajustados a su misión de vida, priorice los asuntos (urgente e importante)  que le conduzcan al éxito, piense de manera solidaria y respetuosa en sus relaciones con los otros (ganar-ganar), mantenga empatía con los demás y aprenda a escuchar certeramente, mantenga actitud sinérgica y resiliente (no se asuste es sencillo), potencie sus habilidades con pasión y por último aprenda a escucharse a sí mismo, “atienda su voz interna” y se haga indispensable para construir un mundo mejor! Pasos sencillos que en el siguiente artículo reflexionaremos cómo llevarlos a cabo. Angelgr31@gmail.com

¿Qué estamos criando? (Parte I)

Recientemente en nuestra institución se entregaron boletas de calificaciones correspondientes al segundo lapso y por supuesto ese evento significa grandes satisfacciones para unos y para otros enormes decepciones por la labor realizada por los hijos, padres cuya sonrisa era notable por el progreso positivo del suyo y otras que escondían un dejo de rabia como si deseara tener un poder especial que le hiciera aparecer al hijo y darle su reprimenda allí mismo. Algunas como la mamá de Brayalin quien se acercó sincera admitiendo que su hija a pesar del reposo salió muy bien y estaba orgullosa de ella. Otras, como muchas, engañadas por las manipulaciones de sus “santos”, no admitían las deficiencias de ellos a pesar que ellas hacen “lo imposible” para que estudie y “vaya bien” en la escuela (leáse, no asigna responsabilidades en la casa para que sólo se cultive…según…de flojera dirían muchos).
Estas señoras en particular se caracterizan por ser las madres que piensan en que los hijos no deben hacer nada en la pensión (Mella, 2010), perdón, en el hogar que dicen llevar. Le llamamos pensión a aquel lugar en el que los niños y jóvenes sólo se encuentran en ella para que la madre-esclava-cachifa le sirva alimentos, lave la ropa, atienda a los amigos mientras los “santos y santas” ven tv, chatean horas y horas por teléfono o internet, duermen y por supuesto “ignoran a los padres”, pues ellos son realmente una molestia, según palabras propias de un alumno: “sería espectacular que mi papá se encontrara pegado a la pared con un dispositivo parecido a las tarjetas de débito: sólo me dé real (entiéndase dinero)”. Usted dirá que es una exageración del profesor pero lo escuché y no se trataba de un padre maltratador si acaso pensó que por ello merecía estar en la pared.
Vivimos tiempos complejos en la formación de chicos y chicas. Es cierto. Es duro para llevar adelante la consolidación de un hogar enfrentado a un enemigo poderoso como es la ignorancia del uso de los medios de comunicación. Es inconcebible por tanto hoy una persona piense que el hecho de no “hacer oficios en la casa” es la mejor manera de formar a un niño o joven como un hombre o mujer de trabajo. Una sociedad de “todomelomerezco” que acabará con todo recurso existente pues son especialistas es despilfarrar lo que no les cuesta y nadie le advierte de esos costos. Quienes se atreven a advertirle, aconsejarle, orientarle son unos “cansaos” es decir, unos fastidiosos y entrépitos de su ritmo (no se cual si sólo es sedentarismo extremo y activo) que le repetirán lo que supuestamente ellos saben pero no hacen porque sencillamente nadie los obliga dado que igual tendrán “lo que se merecen”: dinero, tiempo libre y lista interminable de exigencias superficiales como dignos títeres del consumismo que los maneja.
Reflexionemos urgentemente pues estamos a tiempo de tomar las decisiones correctas que hagan de nuestros hijos, trascendencia nuestra en el mundo, personas útiles y honestas, proactivas y resueltos. Seguiremos en la próxima semana. Email: angelgr31@gmail.com