jueves, 2 de junio de 2011

¿Qué estamos criando? (Parte I)

Recientemente en nuestra institución se entregaron boletas de calificaciones correspondientes al segundo lapso y por supuesto ese evento significa grandes satisfacciones para unos y para otros enormes decepciones por la labor realizada por los hijos, padres cuya sonrisa era notable por el progreso positivo del suyo y otras que escondían un dejo de rabia como si deseara tener un poder especial que le hiciera aparecer al hijo y darle su reprimenda allí mismo. Algunas como la mamá de Brayalin quien se acercó sincera admitiendo que su hija a pesar del reposo salió muy bien y estaba orgullosa de ella. Otras, como muchas, engañadas por las manipulaciones de sus “santos”, no admitían las deficiencias de ellos a pesar que ellas hacen “lo imposible” para que estudie y “vaya bien” en la escuela (leáse, no asigna responsabilidades en la casa para que sólo se cultive…según…de flojera dirían muchos).
Estas señoras en particular se caracterizan por ser las madres que piensan en que los hijos no deben hacer nada en la pensión (Mella, 2010), perdón, en el hogar que dicen llevar. Le llamamos pensión a aquel lugar en el que los niños y jóvenes sólo se encuentran en ella para que la madre-esclava-cachifa le sirva alimentos, lave la ropa, atienda a los amigos mientras los “santos y santas” ven tv, chatean horas y horas por teléfono o internet, duermen y por supuesto “ignoran a los padres”, pues ellos son realmente una molestia, según palabras propias de un alumno: “sería espectacular que mi papá se encontrara pegado a la pared con un dispositivo parecido a las tarjetas de débito: sólo me dé real (entiéndase dinero)”. Usted dirá que es una exageración del profesor pero lo escuché y no se trataba de un padre maltratador si acaso pensó que por ello merecía estar en la pared.
Vivimos tiempos complejos en la formación de chicos y chicas. Es cierto. Es duro para llevar adelante la consolidación de un hogar enfrentado a un enemigo poderoso como es la ignorancia del uso de los medios de comunicación. Es inconcebible por tanto hoy una persona piense que el hecho de no “hacer oficios en la casa” es la mejor manera de formar a un niño o joven como un hombre o mujer de trabajo. Una sociedad de “todomelomerezco” que acabará con todo recurso existente pues son especialistas es despilfarrar lo que no les cuesta y nadie le advierte de esos costos. Quienes se atreven a advertirle, aconsejarle, orientarle son unos “cansaos” es decir, unos fastidiosos y entrépitos de su ritmo (no se cual si sólo es sedentarismo extremo y activo) que le repetirán lo que supuestamente ellos saben pero no hacen porque sencillamente nadie los obliga dado que igual tendrán “lo que se merecen”: dinero, tiempo libre y lista interminable de exigencias superficiales como dignos títeres del consumismo que los maneja.
Reflexionemos urgentemente pues estamos a tiempo de tomar las decisiones correctas que hagan de nuestros hijos, trascendencia nuestra en el mundo, personas útiles y honestas, proactivas y resueltos. Seguiremos en la próxima semana. Email: angelgr31@gmail.com

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