viernes, 8 de junio de 2012

“Vámonos pa´ la Lopna (sip)”… (Parte I)

Me narraron días atrás una parábola de autor desconocido  sobre la mariposa que he convenido en presentarles para reflexionar sobre este tema que ha sido delicado y complejo en estas últimas semanas, dice así: “Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo.  Un día vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, mientras ella luchaba por agrandarlo y poder salir, forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado pues aparentemente no progresaba en su intento. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande y ahí fue que por fin la mariposa pudo salir del capullo. Sin embargo, al salir la mariposa tenía un cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas, la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos. Nunca pudo llegar a volar. Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo dela mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar”. El final indica que la libertad y el volar solamente podían llegar luego de la lucha y al privar ala mariposa de la lucha, también le fue privada su salud. Resulta ello una gran pintura de lo que a diario veo en nuestro entorno: madres evitándole contrariedades a sus hijos para que alcancen lo que “supuestamente” ellos necesitan para llegar a “ser alguien importante”. Recientemente culminan las evaluaciones de revisión en la secundaria y parece más una marcha de representantes anotando contenidos a los hijos quienes en un año no se empeñaron estudiar para aprobar exitosamente (generando dudas al respecto ¿Quién estudia? ¿Ellos o sus representantes?). Madres rogando la atención que durante meses antes era la escuela quien le llamaba para advertirle lo inevitable.Y, ¿el culpable? Por favor cualquier maestro sirve para expiar las culpas e irresponsabilidades, pues el joven, carente de límites y de conciencia, para ello tiene quien con sus tijeras rompa todo lo necesario para que el sólo se regodee en el piso dando vueltas carente de todo propósito, pues nada aprende y nada logra por sí mismo. Acuden a entes externos que convaliden la incapacidad para establecer marcos morales y éticos a los hijos, con tan buena suerte que el sistema últimamente también parece confabulado en hacer de los “futuros” ciudadanos un nido donde unos y otros acicalen sus existencias en la comodidad e ignominia del que sólo cosecharemos marginalidad y destrucción. Atrás quedaron las frases que indicaban “esfuérzate más”, “estudia más”, “cumple con lo asumido” por aquellas en la que “esa maestra hay que denunciarla”, “ayúdeme al niño porque no sabe nada”, “pobrecito vale es que eso es mucho para el (refiriéndose al hijo)”Quizá esté lejos el día que vuelvan los Bolívar, los Páez, los Robinson quienes hicieron de las adversidades personales tierra fértil para enfrentar la vida con el éxito que todos conocemos…un éxito del cual vivimos todos hoy celebrando ya dos siglos…   angelgr31@gmail.com
Aclaratoria: En Venezuela LOPNA es una ley de protección a los niños, niñas y adolescentes que es utilizada por los Consejos de Protección de los mismos o Defensorías Escolares para velar por los intereses de ellos. Los padres acostumbran decirle así a las oficinas que manejan los aspectos relacionados con los derechos de los hijos, en vez de expresar Vamos al Consejo de Protección!, los padres exclaman ¡Vamos a la LOPNA!

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