lunes, 29 de abril de 2013

Prof. Mi hijo no hace naaada en casa! ¿Qué hago? (y III)

Muchos padres piensan a veces que son los golpes, los insultos o reprimendas humillantes lo que resultará en cambios inmediatos de conducta por parte de sus hijos e hijas. Muchos maestros a veces pensamos que los representantes tienen secuestrada su autoridad para imponer orden y disciplina en sus hogares. Muchos hijos e hijas a veces gritan (con su voz, con su conducta, con su displicencia, con sus groseras maneras) para acallar el silencio ensordecedor de la indiferencia familiar y docente. Muchas personas en la sociedad lamentablemente piensan que todo eso no es asunto de nadie más que de quienes sufren las goteras en sus casas. Y no muchas veces es así.
Semanas atrás indicábamos la importancia para estructurar límites mediante un lenguaje claro, actitudes firmes, respeto mutuo y reiterando el valor para asumir las consecuencias de los actos. No se trata de un proceso sencillo cual receta mágica cambiará las situaciones que nos aquejan. Amerita constancia y muchísima paciencia. La clave está en los detalles. Es común escuchar a los adultos ante las faltas de los niños justificaciones a ellas por su condición de infante, que es un "niño(a) y no entendería una reprimenda" y por tanto hay que permitirle todo. Nada más alejado de la realidad. Sugiere Yeríen (2011) que lo "mejor es comenzar desde el principio todo bien. Corregir significa borrar lo que está mal, para cambiar eso por otra cosa."
Don Bosco señalaba con certera sabiduría que no basta con amar a las personas, era necesario que se sintieran amadas. Un niño, una niña no debería saberse amado(a) a través de ropas y juguetes. A veces se confunde la capacidad de amor con la capacidad de dar (pag. 173). Tampoco es ideal asegurar una suerte de salario para el cumplimiento de las obligaciones domésticas por parte de los hijos como tampoco "tratar de comprar las conductas…ofreciéndoles recompensas materiales para que hagan algo".
De la abundancia del corazón hablan nuestras acciones (Mt 12:36) y ellas no deben estar cargadas de culpa porque establezcamos normas en su disciplina. Si cree sufren (y vaya q hay formas de manipulación intentando demostrar eso) sólo tómese un momento cuanto realmente sufrirán cuando insertos en la sociedad quebranten las normas y sean juzgados por la entereza de la ley. Hoy quizá le llame la maestra, el profesor para sugerirle o alertarle en la escuela, tal vez mañana sea un oficial de policía, un fiscal para notificarle que su hijo está en graves problemas por no distinguir la importancia de respetar los límites que nos hacen buenos y honrados ciudadanos y fieles hijos de Dios. 
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