Quizá la semana antepasada fuimos duros con la
responsabilidad de la Escuela en promover los
elementos de la identidad nacional venezolana. No deja de asombrarme
como docente cada vez que entro a una escuela por ejemplo y en pleno
“compartir” (dícese del espacio de jolgorio, comida y hacer
nada) por cualquier motivo (desde un fin de proyecto de clases hasta
el cumpleaños de un niño o de la querida maestra) retumba en
NUESTRAS aulas una música estridente y vulgar y si te atreves a
recomendarle a la ilustre maestra entonces inmediato justifica…
“¡Vale eso es lo que escuchan siempre, en su casa, en todos lados,
déjalos vivir (o peor cuando dicen déjalos ser)!”
No entiendo como alguien encargada (o) de dirigir, aclarar, enseñar
a ser crítico (a), a pensar, a fomentar el aprecio por lo nuestro
pueda dar una respuesta como esa.
¿Cómo un niño o joven
o adulto incluso, aprende a apreciar si sus principales modelos de
vida no sólo ignoran sino que desprecian muchas veces los elementos
que debemos honrar por simbolizar un bagaje cultural, histórico,
originario que como venezolanos nos identifica? (seguro el lector
recuerda al maestro hablando o en mala posición al momento de
entonar nuestro himno, o como ocurre ahora los jóvenes escondiéndose
en los baños para no cumplir con el acto cívico). Discutía hace
meses con mi estimado prof. Tomas el hecho de que estos sucesos más
los relativos a la planificación docente hacen propicia la
oportunidad para iniciar investigaciones más localizadas,
contextualizadas a esas realidades que parecen evidentes pero no
sistematizadas ni menos justificadas en marco teórico alguno.
Todos insisten en la importancia de fomentar
valores de la identidad nacional y entonces
se entusiasman en disfrazarse ante cualquier efeméride y queda todo
en una anécdota del día y ni hablar de los padres pagando facturas
para “cumplir” con la tarea y los más entusiastas tomando
fotografías como locos para “apreciar el traje” en el cuerpo del
hijo(a). Si eres optimista preguntas qué significa todo el montaje
realizado y podrías escuchar esto con sincera humildad “la tarea
que la maestra se inventó o nos mandó”. Cumplido el objetivo
escrito en el papel. ¿Y en el corazón de esos estudiantes? ¿Y en
el alma? Más sencilla ¿en su cerebro?
Y pensar que al inicio del artículo quería comentar eso de “que
en la casa escuchan eso” y el papel de los representantes como
ciudadanos responsables del semillero de valores que deben sembrar en
sus hijos… Seguiremos repicando campanas abrazándonos a una máxima
que me encanta “Formémosnos una patria a toda costa y todo lo
demás será tolerable”…del grande Bolívar.
@angelgr31 @repicarcampana
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